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jueves, 28 de mayo de 2020

“Good morning, Estrella!” - (In English)

Dense tongues of smoke rose from the cup, imbuing the kitchen with that characteristic aroma of freshly brewed coffee. The teaspoon span once and again, helped by her fingers, while she smiled, thinking of everything that had brought her to that moment. She decided she would have the coffee on the terrace, so she went there. As she walked down the corridor, she saw herself reflected in a mirror and smiled when she saw her tangled hair, completely different from how well-groomed it had been the night before. Sipping the coffee, she continued until she entered the balcony and felt the morning breeze. She sat down on a chair and placed her bare feet on the bottom of the railing.
She reflected on how happy she was. She could not believe that after so many love failures she was going to find happiness with someone like Ramón, totally contrary to the prototype of boys she had dated before. Three years later, and just as it happened the morning after that incredible night, she was wearing her Captain America T-shirt, which was so large that even the shirt collar slipped down to reveal her shoulder. She had an immense affection for the garment, as it led to the first conversation between the two of them on the dance floor. It all started at that moment, so she considered that shirt as magical.

Suddenly, she heard the apartment door open and the characteristic sound of Ramón´s keys being deposit in the ceramic bowl next to the entrance. His footsteps could be heard approaching down the hall, but they stopped a few meters before reaching the terrace. Puzzled, she turned her head to look toward de terrace door expecting to see him appear at any moment. She heard how Ramón took a deep breath and resumed his walk towards the balcony. Estrella´s eyes widened when she saw, in his trembling hands, a gold ring. She dropped the cup of coffee, ran to him to hug him and whispered in his ear:
—You are finally mine, Steve Rogers —and then she kissed Ramón on the lips, winked at him and finally snatched the ring from his hands and went to the terrace running through the corridor, while Ramón hurried behind saying:
—Hey, give it back to me! It´s still mine, I have not made the question yet, shameless! —At the same time that Estrella's guffaw was heard in the background, while she circumvented the table and surrounded the sofa pursued by her future husband.
Translated by
Pepe Gallego                                                         Ariadna B.Alonso

Good morning, Estrella!

Las densas lenguas de humo se elevaban desde la taza, impregnando la cocina de ese aroma tan característico del café recién hecho. La cucharilla giraba una y otra vez impulsada por sus dedos, mientras sonreía pensando en todo lo que le había llevado a ese momento. Decidió que se tomaría el café en la terraza, así que se dispuso a marcharse hacia allí. Al pasar por el pasillo, se vio reflejada en un espejo y sonrió al ver su pelo enmarañado, completamente distinto a lo bien peinado que lo llevaba la noche anterior. Dando un sorbo al café, continuó hasta entrar en el balcón y sentir la brisa mañanera. Se sentó en una silla y colocó sus desnudos pies apoyados en la parte baja de la barandilla. Reflexionó sobre lo feliz que era. No podía creer que tras tantos fracasos amorosos iba a encontrar la felicidad con alguien como Ramón, totalmente contrario al prototipo de los chicos con los que había salido hasta entonces. Tres años después de ese momento, y al igual que ocurriera a la mañana siguiente de aquella increíble noche, volvía a llevar puesta su camiseta del capitán América, que le quedaba tan grande que hasta el cuello de la misma le resbalaba hasta dejar al descubierto su hombro. Le tenía un cariño inmenso a la prenda, pues propició la primera conversación entre ambos en la pista de la disco. Todo comenzó en ese momento, así que consideraba aquella camiseta como mágica.

De pronto, escuchó la puerta del piso abrirse y el característico sonido de las llaves de Ramón depositándose en el cuenco de cerámica junto a la entrada. Se oían sus pasos aproximándose por el pasillo, pero se detuvieron metros antes de llegar. Extrañada, giró la cabeza para mirar hacia la puerta de la terraza esperando verle aparecer de un momento a otro. Oyó cómo Ramón respiraba hondo y retomaba su caminar hacia el balcón. Los ojos de Estrella se agrandaron cuando observó, en las temblorosas manos de él, un anillo dorado. Soltó la taza de café, corrió a su encuentro para abrazarlo y le dijo al oído:
—Por fin eres mío, Steve Rogers— y acto seguido besó a Ramón en los labios, le guiñó un ojo y finalmente le arrebató la sortija de las manos y se marchó de la terraza corriendo por el pasillo, mientras Ramón se apresuraba detrás diciendo:
—¡Eh, devuélmelo! ¡Todavía es mío, aún no te lo he pedido, descarada!— A la vez que las carcajadas de Estrella se escuchaban de fondo, mientras sorteaba la mesa y rodeaba el sofá perseguida por su futuro marido.

Pepe Gallego